¿Las cosquillas nos pueden matar?
Es probable que en algún momento de tu vida te hayan hecho cosquillas, te hayan tocado repetidamente de una manera que provoque sonrisas, carcajadas y movimientos involuntarios.
Si se hacen suavemente, resultan placenteras, pero cuando duran demasiado tiempo o su intensidad es excesiva, pueden ser mucho más que molestas; por eso, las cosquillas son, tanto un clásico del jugueteo y el ligue, como un elemento de tortura. En realidad, las cosquillas constituyen una reacción de autodefensa del organismo, es decir, un instinto primitivo que obliga a reaccionar al cuerpo ante situaciones de peligro como, por ejemplo, prevenir los ataques ponzoñosos de una araña o un escorpión que caminan sobre la piel.
¿Muerte por cosquillas?
Si estas reacciones interfieren en la regulación de los músculos involuntarios que controlan la respiración, pueden causar espasmos e incluso asfixia. La situación de estrés que produce el cosquilleo también puede ocasionar un fallo cardiaco, eso sí, siempre y cuando la persona padezca de alguna dolencia del corazón. Ambos casos son muy extraños en la literatura médica; lo normal es que las consecuencias más nefastas resultantes de un ataque de cosquillas no pasen del enfado de la víctima mientras se retuerce de risa.
La investigadora Irene Thompson recoge en su libro Tortura china por cosquillas cómo esta práctica se impartía durante la Dinastía Han (206-220 d.C) como método de castigo para los traidores, ya que no dejaba marcas. No obstante, no existen registros de ninguna muerte debido a este tipo de sufrimiento.